El tratamiento preferencial de los impuestos a las ganancias de capital y los beneficios de las empresas ha existido desde que los sistemas fiscales contemporáneos se crearan, por ejemplo, hace cien años en los USA o en 1977 en España.

En la actualidad, ambos impuestos distan mucho del oro, plata y bronce impositivos en cuanto a capacidad recaudatoria en el conjunto de los países de la OCDE (como son los impuestos sobre el consumo, seguidos por los impuestos de seguridad social y los impuestos sobre la renta de las personas físicas), pero están recibiendo una merecida atención.

Las ganancias de capital son tímidas y no les gusta la publicidad. Sus perceptores en los más altos niveles trabajan con los legisladores y think tanks afines para mantener la noción, inexacta, de que es bueno que sean más bajos. Pero no está funcionando. Tampoco para los más extrovertidos beneficios de las empresas. Una lectura más amplia, aquí

José Antonio Herce